¿Es lo que siento una intuición o es mi mente la que habla?
Muchas personas me han hecho esa pregunta a lo largo de mi carrera. Buena señal! Significa que las personas valoramos mucho la intuición como fuente de información y que le damos un lugar importante en la toma de decisiones.
Una persona tiene un problema. Le pide consejo a una amiga. Esta responde: «Sigue tu intuición».
Y entonces la persona en problemas se sienta en un lugar apartado, enciende un sahumerio, pone música inspiradora en el equipo de audio, toma unas respiraciones profundas, y se dedica a «escuchar su voz interior».
Sin embargo, a poco de comenzar la cosa se complica. ¿Como reconoce cuando lo que esta «escuchando» es intuición pura? ¿Cómo diferenciarla de los pensamientos, interpretaciones o argumentaciones lógicas de su mente racional?
¿Cómo descubrir los mensajes que resulten válidos para resolver su problema?
Aún cuando nos encontremos en el contexto adecuado de silencio, preparación y armonía, estamos permanentemente rodeados por numerosas fuentes
de información y resulta extremadamente dificil -diría imposible- discernir lo auténticamente intuitivo de todo lo demás.
A menudo, cuando las personas descubren esto deciden acudir a un profesional, alguien que se dedique a canalizar mensajes intuitivos, entendiendo que quizás esa persona posee un conocimiento secreto que le permite desentrañar mas facilmente donde se encuentra la información válida.
Les diré ese secreto. Es quizás el secreto mejor guardado de los «psíquicos».
La mejor manera de conectar con la intuición es soltando la creencia de que esta es algo puro, no contaminado con otros pensamientos.
Las personas que utilizan su intuición de manera sistemática, ya sea porque trabajan en ello o porque la utilizan a diario para tomar decisiones y disparar su creatividad, no tienen miedo de equivocarse por dejar entrar pensamientos de otras fuentes -como el análisis o la lógica-.
Saben que no es posible establecer esas categorías tan tajantes y se dejan llevar. Escuchan a su cuerpo y están abiertos al cambio.
Aceptan que no existen respuestas cerradas o definitivas, que la vida es movimiento y que a cada paso podemos reformular y comenzar de nuevo.
Viven su intuición en lugar de pensarla.
Y en lugar de perseguirla, se dejan atrapar por ella.
(c) Flavia Carrión